¿Duermes mal o te cuesta dormir? Entonces quizás… vivas menos.
Muchos piensan que el tiempo que dedicamos a dormir es un completo desperdicio. Ellos suponen que ese lapso de “desconexión” nos quita tiempo para ser más productivos, aprender, disfrutar, divertirnos, en fin de… vivir.

Pero si bien es cierto que un adulto promedio pasa durmiendo unos 25 años de su vida, varios estudios científicos han demostrado que el sueño, tanto como la alimentación adecuada y la actividad física es fundamental para mantenernos saludables. O sea que dormir es vivir.
Quien no duerme lo suficiente, o no lo hace bien, tiene una mayor probabilidad de sufrir ciertas complicaciones y vivir menos, o hacerlo con una peor situación de salud. La privación de sueño puede provocar aumento excesivo de peso, mayor riesgo de diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. También puede provocar alteraciones de la salud mental, irritabilidad, ansiedad, depresión y disfunción sexual.
En este artículo te explicaremos algunos de los más recientes hallazgos de la ciencia en este campo y encontrarás algunos consejos para lograr dormir (y vivir) mejor.
La calidad del sueño
Dormir es un proceso fisiológico. Algo natural en lo cual pueden influir muchos factores como los hábitos, la salud mental del individuo, varias enfermedades neurológicas, endocrinas y de otro tipo. También el consumo de ciertas sustancias, así como algunos factores ambientales. Lo cierto es que el sueño es una actividad fisiológica vital.
Está demostrado que la falta de sueño puede desajustarnos, al punto de llevarnos al colapso físico y mental o incluso directamente a la muerte. Tan es así que la privación forzada del sueño por tiempo prolongado se considera una forma de tortura.
La calidad del sueño, además del tiempo que se le dedique a dormir, incluye su arquitectura (porcentaje de fases de sueño y sus ciclos) así como la latencia para conciliar el sueño, los microdespertares y los períodos de vigilia.
Por otro lado, se considera que la normalidad del conjunto de estos parámetros también se relaciona con la percepción de un buen dormir y del descanso logrado. Esto quiere decir que la calidad del sueño no se refiere únicamente al hecho de dormir bien durante toda la noche, sino que también incluye que la persona tenga un buen funcionamiento diurno.
Al dormir el organismo entra en un estado de reposo o situación metabólica basal que se caracteriza por los bajos niveles de actividad fisiológica: disminuye la presión arterial, la frecuencia respiratoria y la frecuencia cardiaca. También se reparan y regeneran las células y los tejidos. Por su parte, la restauración de ciertos mediadores neuronales mejora la capacidad intelectual, la concentración, la memoria y la agudeza mental.
Los resultados de dos investigaciones recién presentadas en las sesiones científicas del American College of Cardiology 2023 (ACC-2023) han sido muy ilustrativos. Uno de los estudios demuestra que los trastornos del sueño aumentan el riesgo de muerte.

Por su parte paralelamente otro grupo de investigadores han detectado que el insomnio puede aumentar el riesgo de infarto agudo del miocardio (IAM). Pero te hablamos más de esto en la segunda parte de este artículo.
Seguir leyendo: Si quieres VIVIR MÁS, tienes que DORMIR MEJOR.
Redactado por: Dr. Aldo M. Santos, cardiólogo, MSc.
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ADVERTENCIA: Este artículo solo tiene fines educativos y en ningún caso puede sustituir la atención médica por un profesional calificado.