FIBRILACIÓN AURICULAR: diagnóstico y tratamiento.

¿Cómo se detecta una fibrilación auricular?

Actualmente algunos tipos de tensiómetros digitales, muchos relojes inteligentes (smartwatchs), así como otros dispositivos vestibles (weareables) son capaces de detectar la fibrilación y alertar al paciente de que debe buscar atención médica inmediata. Por su parte, todo cardiólogo y el personal médico entrenado pueden diagnosticar fácilmente una fibrilación atrial con solo examinar el pulso y auscultar al paciente. No obstante siempre es necesario realizar un electrocardiograma para confirmarlo y descartar otras patologías cardiacas relacionadas. También suelen ser muy útiles otros medios diagnósticos:

  • Exámenes de sangre: Hemograma, electrólitos y determinación de la función renal y la tiroidea. En ciertos casos pueden ser necesarios estudios de la coagulación periódicos para monitorear el efecto de ciertos anticoagulantes como la warfarina sódica. En otros pacientes es importante la determinación urgente de troponinas en sangre para descartar un infarto miocárdico agudo en curso.
  • Holter de arritmias: Permite detectar episodios aislados o de muy corta duración de fibrilación atrial que incluso pueden pasar desapercibidos por el paciente y no son fáciles de detectar durante el poco tiempo que dura un electrocardiograma convencional. Este examen, también conocido como holter del ritmo o holter EKG, es útil para evaluar la efectividad de los antiarrítmicos y su capacidad de evitar la recurrencia de la F.A.
  • Ecocardiograma transtorácico (ETT): Está indicado en todos los pacientes con F.A. para identificar alguna enfermedad cardiaca de base así como la repercusión de la arritmia en las cavidades y la capacidad del corazón para contraerse (función sistólica).
  • Ecocardiograma transesofágico (ETE): Es muy útil en algunos pacientes con fibrilación atrial para detectar presencia de trombos intracardiacos. Proporciona información sobre el momento adecuado para realizar cardioversión eléctrica o técnicas de ablación con catéter en pacientes seleccionados.
  • Radiografía de tórax: Para valorar datos del corazón y los pulmones, así como detectar elementos de insuficiencia cardiaca.
  • Tomografia Axial Computarizada (TAC) o Resonancia Magnética Nuclear (RMN) cerebrales: Son útiles en pacientes con FA y signos de isquemia cerebral o accidente cerebrovascular (ACV).
  • Coronariografía: En pacientes con signos/síntomas de cardiopatía isquémica.
  • Estudio electrofisiológico: Se indica en caso de sospecha de síndrome de preexcitación ventricular por vía accesoria, así como para realizar procedimientos de ablación por radiofrecuencia, algo de lo que hablamos más adelante.

¿Cuál es el tratamiento de la fibrilación auricular?

El tratamiento de la fibrilación atrial depende de muchos factores: su causa, la forma de aparición, el tipo y la duración, así como los factores individuales de cada paciente, la intensidad de los síntomas y la presencia o no de alguna otra enfermedad cardíaca o extracardíaca. Algo que siempre tendrá en cuenta el cardiólogo para el manejo de esta disritmia es la magnitud de su repercusión hemodinámica: la fibrilación auricular siempre será manejada como una emergencia médica si cursa con signos de insuficiencia cardíaca, una disminución marcada de la presión arterial y si provoca isquemia miocárdica – angina o síncope.

Cuando la fibrilación es de inicio reciente: el objetivo del tratamiento es intentar restaurar el ritmo normal del corazón, lo cual llamamos “cardioversión”. La cardioversión puede hacerse con medicamentos antiarrítmicos (cardioversión farmacológica) o aplicando una descarga eléctrica (cardioversión eléctrica) en el pecho del paciente con un equipo llamado desfibrilador. Este último procedimiento solo se realiza cuando se necesita lograr una cardioversión urgente (usualmente debido a la aparición de alguna complicación) y siempre se realiza tras haber sedado/anestesiado al paciente para que no experimente ninguna sensación desagradable durante el procedimiento.

Cuando la fibrilación ya es permanente o “crónica” (aquella que ha durado por al menos un año completo y que no ha respondido a la cardioversión farmacológica ni a la eléctrica) el objetivo es usar medicamentos solo para controlar la respuesta ventricular, o sea para evitar que los latidos sean demasiado rápidos. También en muchos de estos casos suele ser útil el uso de fármacos anticoagulantes orales de forma permanente para disminuir el riesgo de que se genere un trombo dentro del corazón y luego migre, dando lugar a un fenómeno tromboembólico (en este caso también conocidos como eventos cardioembólicos).

Para saber que paciente con F.A. requiere uso de anticoagulantes es muy útil calcularle el score CHA2DS2-VASc que consiste en un puntaje para detectar a los pacientes con mayor riesgo de cardioembolia. Para acceder a este score y calcular tu propio riesgo de complicaciones tromboembólicas en el curso de una fibrilación atrial, sigue este enlace: https://www.samiuc.es/chads2-vasc-score/

En muchos pacientes con fibrilación atrial no se logra resolver su problema con medicamentos. Esto se debe a que ya se ha hecho crónica, o sea permanente, o es muy recurrente debido a una escasa efectividad de los medicamentos antiarrítmicos. También hay personas que no toleran bien los antiarrítmicos de forma permanente pues les provocan demasiados efectos secundarios, y en algunos casos el paciente tiene otras enfermedades que contraindican el uso de la mayoría de este tipo de medicamentos. Ante todas estas situaciones puede ser muy útil un procedimiento de intervencionismo cardiaco por catéter llamado ablación por radiofrecuencia.

Esta es una técnica que realizan los cardiólogos dedicados a una subespecialidad llamada electrofisiología. Consiste en introducir catéteres por las venas hasta dentro del corazón y una vez allí, ubicarlos es una posición muy especifica (que en la F.A. es alrededor de la desembocadura de las venas pulmonares) y aplicar calor mediante «radiofrecuencia» (el mismo principio que usan los hornos de microondas). De esa forma, originando pequeñas quemaduras muy localizadas, es posible eliminar el circuito anómalo donde se está originando la arritmia. También mediante intervencionismo se puede aplicar un dispositivo especial intracardiaco para ocluir las orejuelas, que es una porción de las aurículas donde más se pueden formar trombos.

Si bien la ablación es un procedimiento costoso e invasivo y que por tanto conlleva riesgos, puede ser curativo en más del 70% de los casos con fibrilación atrial. De esta forma, tras una ablación exitosa de su F.A. los pacientes pueden dejar de tomar medicamentos antiarrítmicos y anticoagulantes. En casos muy seleccionados en lugar de la ablación por radiofrecuencia, puede ser útil una cirugía que también consiste en interrumpir el circuito de la arritmia pero mediante escisiones directas en la aurícula que también pueden acompañarse de la resección de las orejuelas. Sin embargo, este tipo de operación es aún más invasiva, compleja y por tanto más riesgosa, por lo que por lo general se reserva para pacientes que también requieren de otro tipo de intervención cardiotorácica, por ejemplo sobre una válvula cardíaca para aprovechar y hacer ambas intervenciones en un mismo acto quirúrgico.

Es importante señalar que la F.A. no siempre se comporta como una «taquicardia» pues algunos pacientes se asocia a ciertos problemas de la generación de los impulsos eléctricos en el corazón y/o a trastornos de la conducción eléctrica intracardíaca también conocidos como «bloqueos». En estos casos la fibrilación puede comportarse como una bradicardia o bradiarritmia (arritmia de latidos lentos). En estos casos es probable que el paciente llegue también a necesitar la implantación de un marcapaso cardíaco para que le ayude a mantener una frecuencia de latidos adecuada.

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FIBRILACIÓN AURICULAR:  ¿Qué es?

FIBRILACIÓN AURICULAR:  ¿Cómo prevenir sus complicaciones?
Doctor Aldo Santos, cardiologo

Redactado por: Dr. Aldo M. Santos, cardiólogo, MSc.

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ADVERTENCIA: Este artículo solo tiene fines educativos y en ningún caso puede sustituir la atención médica con un profesional calificado.

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