Al tradicional médico de cabecera, ese al que toda la vida le hemos confiado nuestra salud, desde hace algún tiempo se le ha sumado el “médico de bolsillo” ¿Conoces al tuyo?… ¡Pero cómo!… ¿Nunca has solicitado sus servicios?
Casi todos podemos tener ese especialista en el bolsillo. Sí, sí, me refiero a uno pequeño pero bastante inteligente: ¡tu teléfono celular!. Sigue leyendo porque esto no es ninguna broma.

Aplicaciones móviles PARA PACIENTES
Las aplicaciones médicas para pacientes pueden convertir a los actuales teléfonos inteligentes en un valioso “asistente de salud”. Los “smartphones”, ya sea solos o en combinación con otros dispositivos como las pulseras o relojes inteligentes (smartwatch), pueden:
- Llevar un registro de la salud personal (nivel de actividad física, valores de glucemia, calidad y duración del sueño, ciclo menstrual, cifras de presión arterial, frecuencia y ritmo cardíacos).
- Activar alarmas, recordatorios y metas de salud (detección de arritmias, recordatorio de medicación, ingestión de agua, metas de ejercicio, asistentes para dejar de fumar).
- Planificar rutinas de ejercicio y dietas, balancear la alimentación y calcular cuántas calorías contiene el plato que se tiene enfrente. Existen muchas aplicaciones de entrenamiento y fitness para personas sanas interesadas en mejorar su rendimiento físico.
- Auxiliar a personas con limitaciones sensoriales o necesidades especiales: sordos, mudos, ciegos o débiles visuales.
- Herramientas de educación para la salud, comunicación, colaboración y autoayuda para pacientes y familiares, plataformas de localización de doctores y terapias, solicitud de citas médicas.
Estas aplicaciones (apps) de salud son softwares o programas informáticos que se descargan e instalan muy fácilmente en un celular. Funcionan en dispositivos con el sistema operativo iOS del iPhone o con el Android que usan la mayoría de los demás smartphones. Actualmente las apps. de salud disponibles suman varios cientos de miles para todas las funciones y en todos los idiomas. Muchas de ellas son de uso gratuito por tiempo ilimitado (por lo general incluyen publicidad propia o de terceros) o con una versión gratuita de prueba y una versión de pago (usualmente de bajo costo) con funcionalidades adicionales. Solo en la Play Store, la tienda de aplicaciones de Google hay actualmente registradas más de 54 mil aplicaciones de salud.
Consulta este otro artículo aquí en CÂRDIUM, donde reseñamos algunas de las apps de salud más útiles y mejor recomendadas tanto por los expertos como por sus usuarios.
Aplicaciones móviles PARA MÉDICOS:
Por su parte, los médicos cuentan también con potentes apps. diseñadas a la medida de sus necesidades de trabajo. Se trata de valiosas herramientas que les ponen la información científica literalmente en “la palma de la mano”. Esto acelera la obtención de un diagnóstico y agiliza la toma de decisiones en circunstancias donde cada minuto cuenta para la vida del paciente.
Existen numerosas aplicaciones que permiten resolver de modo rápido tareas tan recurrentes y necesarias como precisar valores de referencia de laboratorio, estimar posibles interacciones entre medicamentos, determinar scores o puntajes, realizar cálculos de dosis o de otros parámetros. Esto último es posible gracias a calculadoras clínicas como MDCalc, Calculate by QxMD o Epócrates, así como en las decenas de cálculos y fórmulas disponibles dentro de la app de Medscape. También algunas son muy específicas para ciertas especialidades como los neurólogos, los nefrólogos, cardiólogos y endocrinólogos. En ese sentido es destacable a modo de ejemplo DosisPedia, una app especialmente diseñada para los pediatras y médicos generales que atienden niños.
Otras aplicaciones son extraordinariamente útiles para mejorar la comunicación médico-paciente, y el proceso de obtención del consentimiento informado. Se trata de herramientas que facilitan la comprensión tanto del enfermo como de sus familiares sobre sus problemas de salud, así como los procedimientos y cirugías que necesita mediante imágenes, esquemas y vídeos. Este es el caso de una que es de extraordinaria ayuda para nosotros los cardiólogos, me refiero a CardioSmart Heart Explorer.
Desde hace tiempo es también posible expandir aún más la utilidad de los teléfonos inteligentes como herramientas de uso médico especializado mediante accesorios o módulos externos que los convierten en un dermatoscopio, en un colposcopio, en un glucómetro, en instrumentos de diagnóstico de trastornos visuales, en un sistema de telemonitoreo de signos vitales y de alerta temprana, también en un espirómetro, un electrocardiógrafo o incluso hasta en… ¡un ecógrafo!.

¿Y los PELIGROS?
Sí, como toda tecnología, esta también tiene riesgos e implicaciones bioéticas. Uno de los mayores peligros son las aplicaciones que aportan información falsa y sin sustentación científica (como alguna que asegura poder «medir la presión arterial» aplicando un dedo a la cámara del teléfono). Es importante que todo usuario antes de instalar y comenzar a usar alguna app se asesore para asegurarse que sea una herramienta validada y respaldada por expertos médicos o con la debida certificación por las autoridades sanitarias correspondientes según la legislación de cada región o país.
Es crucial que las decisiones y actuaciones con implicaciones en la salud que se deriven del uso de estas apps tengan un real basamento científico y no sean fruto de especulaciones pseudocientíficas o productos de charlatanes. En ese sentido es importante señalar el creciente volumen de investigaciones de validación de las apps de salud que anualmente se publican alrededor del mundo en revistas científicas especializadas.
Otro de los peligros es el referente a la preservación de la privacidad y la seguridad del uso de los datos personales e indicadores de salud. Hay que tener mucho cuidado con cada app que uno instala en su teléfono pues muchas veces no sabemos quienes están detrás, a donde irán a para nuestros datos, ni lo que harán con ellos. Un ejemplo inquietante es el de algunas empresas de seguro médico que disponen de apps propias de m-Salud e incentivan de diversas maneras su uso entre sus clientes. Lo que a primera vista puede parecer un legítimo interés por la salud y el bienestar de sus usuarios, podría prestarse para un manejo no ético de la información obtenida. Ese sería el caso del uso de datos de salud con fines comerciales no consentidos o para ejercer un trato discriminatorio de aquellos clientes con peores métricas y mayor riesgo de evolución desfavorable: planes con restricciones en la cobertura, pólizas con primas más elevadas e incluso cancelación o denegación del seguro.
Además de todo lo anterior, estas tecnologías también tienen los riesgos propios de la ineludible «cibermediación». Algunos alertan sobre los peligros de contar con otra pantalla más a la que mirar (en lugar de a un rostro, una realidad y un contexto). En fin, el riesgo de que todo esto se convierta en otro artefacto más con el cual interactuar y dedicarle tiempo, en lugar de que el foco principal de atención sea el ser humano doliente.
m-Health → e-Health o Salud digital
La aplicación de los dispositivos o terminales celulares en el cuidado de la salud se le ha denominado “m-Health” (contracción en lengua inglesa de “mobile-Health”). Pero en realidad forma parte de un campo de desarrollo tecnológico mucho más grande llamado “e-Health” (contracción de “electronic-Health” en inglés) actualmente mejor conocido como “Salud Digital” (Digital Health en inglés). Esta incluye a la telemedicina, a los usos médicos de la realidad virtual, la realidad aumentada y el modelado e impresión 3D de biomateriales. También a la introducción de la telecirugía robótica y la inteligencia artificial en la asistencia médica, así como el desarrollo de dispositivos implantables y de biosensores que permiten el monitoreo a distancia, además de los “wearables” o “dispositivos vestibles” como las pulseras y relojes inteligentes o los sensores de entrenamiento.
Todo esto, se junta a las potencialidades de las aplicaciones en la nube y de las herramientas de análisis masivo de datos o “big data”, así como a iniciativas de educación sanitaria basadas en e-learning. En resumen, cuando hablamos del concepto «Salud Digital» no nos referimos tanto a los artefactos o herramientas ni a los softwares. O sea, no es la tecnología en sí misma, sino lo que podemos generar con ella: nuevas formas de hacer lo que ya hacíamos anteriormente pero de una forma distinta y cualitativamente superior:
- Personas que forman comunidades virtuales donde conversan con otras sobre salud y bienestar para apoyarse, colaborar y aprender.
- Profesionales que acceden a nuevas formas de trabajar, capacitarse, agilizar la toma de decisiones y gestionar recursos.
- Gobiernos e instituciones que coordinan esfuerzos contra problemas sanitarios tanto antiguos como los emergentes.
El concepto de Salud Digital fue sistematizado por primera vez por Paul Sonnier en su libro The Fourth Wave: Digital Health. Pero como el mismo Sonnier reconoce, en su elaboración fue profundamente influenciado por el Doctor Eric Topol, médico cardiólogo, prestigioso científico y pensador contemporáneo. Topol, quien además es un intrépido bloguer y consumado tuitero, o sea un verdadero “influencer” del pensamiento tecnocientifico contemporáneo, había publicado en el 2013 un libro titulado: «The Creative Destruction of Medicine: How the Digital Revolution Will Create Better Health Care» en el que anunciaba todo lo que ya tenemos y vislumbró todo lo que aún está por llegar, gracias a la convergencia entre los productos de las revoluciones digital, genómica y sanitaria.
Bien, ahora que sabes todo estos beneficios no te quedes fuera y anímate a buscar y explorar todo lo que puede hacer ese pequeño «médico» que traes en la mano o en tu bolsillo.
Otro artículo relacionado: SALUD (en tu) MÓVIL.

Redactado por: Dr. Aldo M. Santos, cardiólogo, MSc.
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ADVERTENCIA: Este artículo sólo tiene fines educativos y en ningún caso puede sustituir la atención médica con un profesional calificado.
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