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La COVID-19 puede provocar en algunos pacientes diversos tipos de complicaciones cardiovasculares y no cardiovasculares. Muchas veces estas son causa directa de muerte, pero en otros casos dejan secuelas que persisten a mediano, o incluso a largo plazo.

¿El problema? ¡No hablamos igual!

A las complicaciones cardiovasculares relacionadas con la COVID-19 le hemos dedicado otro artículo en este mismo sitio, y tanto estas como las complicaciones no cardíacas han sido objeto de intensa investigación desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, hasta ahora no había una terminología precisa y consensuada para referirse a cada una de las complicaciones relacionadas con la COVID-19.

Numerosos términos como «miocarditis«, «lesión miocárdica«, «infarto miocárdico tipo 2«, «miocardiopatía inflamatoria» y «miocardiopatía de esfuerzo» son apenas algunas de las muchas etiquetas que investigadores, redactores de artículos científicos y divulgativos, así como cardiólogos y médicos en general, hemos estado usando para referirnos a varias afecciones que son en realidad lo mismo o que se entrelazan y superponen.

Definición estandarizada de las complicaciones.

Para subsanar esa falta de precisión y de claridad, varios expertos del Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology, ACC) y de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association, AHA) han redactado un informe conjunto con definiciones precisas y elementos para la tipificación y clasificación de tales complicaciones.

El documento acaba de ser publicado simultáneamente en las revistas: Journal of the American College of Cardiology y en Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes. Este informe de consenso de expertos contiene un «léxico clínico» que abarca desde el diagnóstico y estado de vacunación hasta las complicaciones agudas, las secuelas a largo plazo y las estrategias terapéuticas.

Y… ¿ya para qué?

Nos puede parecer que la pandemia provocada por el SARS Cov-2 va ya en retirada a nivel global, sin embargo durante algún tiempo estaremos lidiando con sus secuelas. Por tanto se agradece esta iniciativa. Tal y como han declarado sus autores “Un amplio acuerdo sobre el vocabulario y las definiciones comunes contribuirá a los esfuerzos por agrupar o comparar los datos de las historias clínicas electrónicas, los registros clínicos, los conjuntos de datos administrativos y otras bases de datos, y a determinar si estos datos se aplican a la práctica clínica y a los esfuerzos de investigación”. O sea, servirá de ayuda en la investigación y también para mejorar la respuesta ante futuras pandemias provocadas por otros agentes infecciosos.

El Doctor Sandeep Das, prestigioso salubrista y vicepresidente del grupo de expertos que ha redactado el informe ha declarado en una entrevista a Medscape Noticias Médicas que «como comunidad investigadora, hicimos algunas cosas bien y otras mal en torno a la pandemia de COVID-19 … Lo que realmente hicimos bien es que todo el mundo respondió con entusiasmo, con una respuesta masiva a la crisis, y eso fue fantástico… Sin embargo, dada la necesidad de apresurarnos, no estructuramos ni organizamos de la forma en que normalmente lo haríamos para algo que era una especie de problema de combustión lenta en lugar de una emergencia. Una de las consecuencias de ello fue la fragmentación de la forma de recopilar datos, informar, etcétera, y eso lleva a la confusión«.